Cuando
te rompen el corazón en mil y un pedazos, cuando ya nada tiene el
sentido que tenía, cuando sientes que caes, y caes y no encuentras
el final del pozo. Cuando crees que tú eres el único culpable y toda tu
rabia sólo te sirve para hundirte aún más. Cuando ves como todo lo que
habías deseado ya no está, lo has perdido y es irrecuperable. Cuando ya
no tienes un impulso que te haga abrir los ojos cada mañana, cuando
deseas dormir y que al despertarte sea todo como antes. Cuando en tu
cabeza sólo hay una cara, un nombre y una mirada y todo es pequeño y
mediocre a su lado. Cuando ves con una claridad enorme que tus peores
miedos se han cumplido y que ha llegado el final. Entonces es el momento
de levantarte, decirte a ti mismo que no vivimos para sufrir
eternamente y, lentamente abrir tus ojos, para algún día, poder volver a
abrir tu corazón.
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